Siempre que voy a ver una obra, me gusta salir durante el intermedio a estirar las piernas o a tomar un café al lobby del teatro, gracias a esto puedo escuchar los comentarios de diferentes tipos de espectadores, desde los chavitos a los que les dejaron de tarea ir a ver la obra y ya quieren que termine la función, hasta a la «gente bien de toda la vida» que asiste con regularidad al teatro y que exclaman opiniones tan convincentes como: «Esta padre la obra» o «Que interesante todo«.
Durante el intermedio de la obra «3 días en mayo» escrita por Ben Brown, los comentarios no eran tan directos como las expresiones faciales, se podía ver el tedio en el rostro de las personas, incluso, una parejita de novios, le preguntaron a una acomodadora: -¿más o menos cuánto dura el segundo acto? y al recibir como respuesta que al menos 40 minutos más, los chicos abandonaron el Centro Cultural Helénico.
Esto no quiere decir que la obra sea mala, pero todo aquel que este interesado en asistir a una función, debe saber que va a observar durante poco más de 2 horas, un montaje donde el gabinete de la Gran Bretaña de 1940 no para de emitir diálogos con datos, cifras y acontecimientos sobre un evento del que todos los que estudiamos la secundaria técnica nocturna, ya sabemos el final.

La anécdota es real y muy interesante, al menos yo, nunca había escuchado que durante la Segunda Guerra Mundial, hubieron 3 días (26, 27 y 28 de mayo) que fueron trascendentales para que Gran Bretaña no se «rindiera» ante la potencia alemana comandada por Adolf Hitler. El responsable de mantener ese ímpetu luchador y esperanzador es nada más y nada menos que el primer ministro Winston Churchill.
El mandatario es interpretado por un Sergio Zurita inteligente y bonachón, es el capitán que guía y saca a flote éste barco, su actuación es, sin lugar a dudas, lo más rescatable de la producción, pues sin su impactante presencia, dudo mucho que ésta pieza teatral hubiera podido mantener mi atención durante toda la función. Como dato adicional, espanta el parecido físico que tiene el locutor radiofónico con Winston Churchill, bajo ciertos ángulos, ¡parecen hermanos gemelos!
El resto del elenco respalda adecuadamente al protagonista Churchill, aunque a mi parecer, destacan dos personajes por encima del resto, el primero de ellos es Luis Miguel Lomban, que interpreta a Neville Chamberlain (ex primer ministro de Gran Bretaña) y el segundo es Fernando Bonilla, que da vida a Jock Colville, hombre de confianza del primer ministro Churchill, que con una formidable y cautivadora presencia escénica, logra que tanta historia y palabrería se transformen en hechos que logran sensibilizar al espectador.
La obra es árida, y algo cansada de sobrellevar, en una era donde los memes de Facebook o los videos de snapchat de 9 segundos, nos muestran la capacidad de retención de las nuevas generaciones, estar sentado durante más de 2 horas escuchando a muchos hombres debatir, pareciera ser poco atractivo, y más cuando durante la mayoría del tiempo no hay sobre saltos sobre las decisiones tomadas, siempre se mantienen tonos de respeto y educación, por lo que nunca ponemos en duda que el «héroe» de la historia, Winston Churchill, no se saldrá con la suya.
Aunque también hay momentos entrañables y divertidos, como cuando el primer ministro es cuestionado sobre si Gran Bretaña debe rendirse ante Alemania, y él, pícaramente responde que a su juicio, todo ciudadano británico debería cargarse un soldado alemán antes de morir, incluido él (quien por cierto, no era un mal tirador).

Finalmente, debemos destacar la escenografía y la iluminación bajo el mando de Sergio Villegas, pues gracias a las proyecciones de video que aparecen durante la historia, podemos visualizar concretamente los acontecimientos que nos narran los personajes. Los mapas en los telones son alucinantes pero aún así la escenografía es totalmente coherente con el precio del boleto, no se necesita más que un cuarto con una enorme mesa, sillas, y algunos elementos decorativos, jamás se verán soldados luchando o trincheras en llamas, esperemos a que monten de nuevo Los Miserables, de Victor Hugo, para ver eso.
Última anotación: La dirección de Lorena Maza es bastante acertada, el juego de los trazos escénicos, el tono de la obra y los personajes perfectamente definidos con un elenco adecuado son justamente lo que se espera de un montaje del Helénico, pero ¿es estrictamente necesario que su nombre vaya impreso en los boletos? (y eso que son ticket light, por lo que apenas y miden 5 x 6 cms.) ¿Atrae más público su nombre que el de Sergio Zurita? El teatro es una lucha eterna de egos, eso sin duda.
Funciones: Viernes 20:30 horas, sábados 18:00 y 20:30 horas y domingos 18:00 horas. Hasta el 25 de septiembre de 2016.
Centro Cultural Helénico: Av. Revolución 1500, Col. Guadalupe Inn, CP 01020, Álvaro Obregón, CDMX
Precio de los boletos:$450, $350, $250, $160.