Para ser sincero, no soy muy fan de ver series, me cuesta mucho trabajo terminarlas, y a pesar de que Netflix reveló hace unas semanas que México es el séptimo país de todo el mundo, que más «maratonea» sus programas (refiriéndose a que terminan de ver una serie en las próximas 24 horas de su estreno), yo nunca había hecho eso.
El trabajo de marketing de Stranger Things 2 había dado mucho de que hablar en las semanas anteriores a su estreno, sobre todo por el polémico video donde sale «La Chilindra«, que provocó más lástima, que ganas de empezar a ver la serie.

Aunque me gustó mucho la primera temporada, no me moría de ganas por ver inmediatamente la segunda, a pesar de que Stranger Things es una serie estacional que funciona mejor en ésta época del año (con Halloween y día de muertos en su esplendor), necesitaba un mejor impulso que María Antonieta de las Nieves… Y lo encontré en el soundtrack de la serie.
Me bastó con ver que «Every breath you take» de The Police y «Time after time» de Cyndi Lauper, estaban incluidas en la historia, para que tomara el iPad y abriera la aplicación de Netflix.
Sinceramente, la historia de la segunda temporada no me enganchó como la de la primera, pero eso no importa tanto, pues desde un inicio, sabes que debes conceder mucho en los acontecimientos, no importa que hayan huecos argumentales, que no logres ubicar al 100% los nombres de todos los personajes o que te enfrentes a demasiados flashbacks, lo que realmente importa en ST siempre han sido los actores.

Aunque el elenco de la serie está dividido, a grandes rasgos, en tres generaciones (la infantil, la juvenil y a la que ya le hacen descuento con su tarjeta del INAPAM), el elenco de niños siempre ha sido el protagonista y el que más da de que hablar, por lo que es totalmente coherente preguntarle a los hermanos Duffer (productores y escritores de la serie) ¡¿Porqué los separaron durante la mayoría de los capítulos?!
Lo más atractivo siempre había sido ver como los niños, con la fuerza de su amistad, con sus talentos geeks y sus ocurrencias, iban resolviendo las adversidades, pero en esta nueva temporada, todos toman caminos diferentes para llegar a un mismo final.
Will Byers (el chico que peor me cae, debido a la histérica de su madre), siempre está echado en el piso o dibujando mapas que bien podrían presentarse como arte contemporáneo en el MOMA de Nueva York, Dustin y Lucas comienzan a ver los primerios indicios de su pubertad y ya empiezan a pelearse por el amor de una chica que es experta en juegos arcade (bueno, yo también lo habría hecho), mientras que el chico restante, Mike, siempre está enojado o pensando en su «pelona» favorita, Eleven (Millie Bobby Brown).

Y precisamente, hablando de Eleven, mejor conocida en las escuelas primarias de Tlanepantla como la «Once«, en un inicio se la pasa comiendo waffles y viendo malos programas de televisión, hasta que se harta de su cautiverio y sale en busca de su madre y de su crush, aunque en el camino encuentra lazos sanguíneos y un look de visitante frecuente de un «Vive Latino«.
Al elenco infantil hay que agregar la inclusión de Max, una niña pelirroja que ni fu ni fa, su intervención sirve para alborotarle la hormona a un par de chicos, provocarle celos a nuestra psíquica favorita y para ser el cliché de niña bonita, pero gamer y ruda.

Respecto a los actores juveniles, a mi parecer, quedaron mucho a deber en los nueve capítulos de la temporada, siendo el menos favorecido, Jonathan Byers (hermano del chico zombie), que si no fuera porque sabe tomar fotos, manejar y llevar hasta a su casa a personas que se les pasan un poco «las copas», podría haber pasado totalmente desapercibido.
Aunque también acepto que sería injusto menospreciar el trabajo de Steve (Joe Keery), el novio (o ex novio) de Nancy, pues ese personaje si tuvo un proceso evolutivo durante toda la temporada, siendo algo rudo y celoso en un principio, pero remidiéndose a lo largo de la trama, al grado de ayudar moral y físicamente a romper hortos de «reptiles» y hasta servir de niñero y chofer.
De los personajes adultos, hay algunos detalles interesantes que mencionar, lamentablemente Joyce Byers (Winona Ryder), sigue siendo la misma madre histérica de la primera temporada, pero afortunadamente el personaje del policía Jim Hooper (David Harbour), es bastante bueno, pues la vida le da una segunda oportunidad para ser un especie de padrastro de Eleven.
Finalmente, una mención honorífica para mi personaje favorito de esta temporada, Bob Newby (interpretado por Sean Astin), que aunque es el típico señor quedado, gordito y nerd, sabe ganarse el corazón (y algunas cosas más) de Joyce y el afecto de los niños y de la audiencia (de grande quiero ser como él).

No hay que ser candidato al premio Nobel, para deducir que a la serie aún le faltan algunas temporadas más, pues Netflix no puede dejar morir tan fácil a una de sus gallinas de los huevos de oro, por lo que no considero como spoiler mencionar que las broncas más difíciles aún están por llegar, pero la historia de esta segunda temporada es autoconclusiva y tiene un final adorable y sumamente nostálgico.
¿La recomiendo? Sin duda, es una historia que aunque empieza un poco lenta, va agarrando forma y ya quieres ver que más pasa. ¿Hubo un retroceso respecto a la primera temporada? Lamentablemente, sí, pues descuidaron un poco la interacción y el desarrollo de los personajes (el factor más atractivo de Stranger Things).
¿Porqué este texto se titula ¡Cuidado con Stranger Things!? Pues por que los hermanos Duffer han declarado que para la tercera temporada, habrá un salto temporal en el que los chicos ya serán unos pubertos (pues es normal que crezcan), y la historia podría perder gran parte de su atractivo sino se manejan adecuadamente.
REFLECTOR
Si a Dartañan lo que le encantaba era el chocolate… ¿porqué se tuvo que comer al gato de la mamá de Dustin?, ¿porqué los padres de los chicos (con excepción de la histérica madre de Will), jamás se dan cuenta que sus hijos se están agarrando a «putazos» con unos monstruos-reptiles?