Las personas que nos dedicamos a alguna actividad vinculada con la escritura sabemos la frustración y ansiedad que puede implicar enfrentarse a una hoja en blanco.
No importa que tengamos una deliciosa taza de café al lado, buena luz, un iPad pro de 30 mil pesos y toda la inspiración del mundo. Este tortuoso, pero adictivo camino, siempre acompañará a las personas que nos dedicamos a escribir.
En mi caso, paso por varias etapas para redactar un texto periodístico.
En un inicio, creo que tengo un tema, pero no puedo dejar de preguntarme ¿será este el ángulo adecuado para la nota?, ¿mi texto cuenta con las suficientes armas para que lector le dedique un par de minutos y no se vaya a Twitter a ver que dijo AMLO en la mañanera?
¡Uff!, creo tener algo, cuando decido abrir mi documento en Word, algo me impide iniciar a teclear. Tengo la fantasía de que a partir del segundo párrafo, todo fluirá y la información se irá acomodando sola. Pero el problema está en el primer párrafo.
Justo de esto trata la obra ‘Seminar’, de Theresa Rebeck que se presenta en el Teatro Milán de la CDMX.
Un grupo de escritores decide contratar a un afamado profesor para que les brinden ‘armas’ para enfrentar a la temible hoja en blanco.
Este grupo de escritores tiene la expectativa de que les enseñen ‘trucos’ o ‘técnicas’ para que sus ideas fluyan y puedan escribir el próximo Harry Potter.
Lo que te atrapa de esta obra es que el personaje del profesor Tomás (interpretado por Rafael Sánchez Navarro), no tiene ningún problema en decirles de la manera más despectiva y grosera que su texto es una porquería que merece estar en un bote de basura. La manera inusual de tratar a sus alumnos es, en principio, indignante, pero va tomando ‘sabor’ a lo largo de la obra.
Dentro del grupo de escritores que asisten a las “clases” nos encontramos de todo, desde el que tiene un apellido famoso y, por consecuencia, un camino fácil en el mundo de las letras, hasta la que logra todo lo que quiere con una noche de sexo salvaje.
A pesar de ello, los casos más interesantes son los del personaje de Karen (Aída del Río) y Martín (Octavio Hinojosa).
Karen tiene talento para escribir, pero como viene de familia adinerada y no tiene la necesidad de andar ‘sufriendo’, el profesor considera que no tiene las suficientes experiencias para escribir historias más interesantes.
Este desprecio por su trabajo hace que Karen pueda salir de su zona de confort y se atreva a explorar nuevas tramas. El resultado final es muy satisfactorio (e inspirador).
En segundo lugar, el personaje de Martín es temeroso y arrogante, no quiere enseñarle su trabajo al profesor porque tiene miedo a que se los destrocen… o a que no sepan valorarlo.
A final de cuentas, este joven resulta ser el próximo Yordi Rosado, (bueno, no exactamente), pero su talento podría llevarlo muy lejos… si se deje guiar.
A unos minutos del final de la obra, mencionan el mensaje más importante del montaje.
No podemos hacer las cosas solos, las personas que nos dedicamos a escribir, necesitamos un editor que nos ayude a ver las cosas desde diferentes perspectivas, esto sacará lo mejor de nosotros mismos.
El profesor Tomás le enseña una corrección de su texto a Martín, y le reitera que si está dispuesto a trabajar junto a él, aunque lo haga pedazos, podrían salir historias que cautiven al mundo, o que al menos se vendan con éxito en El Sótano o en Gandhi (esto último es bromis).
Martín se da cuenta del potencial que tiene como escritor, y que con la ayuda adecuada, será más fácil enfrentar la temible hoja en blanco.
Seminar se presenta los viernes (20:45 pm), sábado (18 y 20:30 pm) y domingo (18:15 pm).
Teatro Milán, Lucerna 64, Col. Juárez.