“Más que una pregunta, tengo una alabanza hacia usted, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador, titular del ejecutivo, dueño de mi corazón y de mi alma; salvador de México”.
En cuanto me levanté, a las 5:30 de la mañana del pasado 31 de julio, ya sentía una multitud de mariposas revoloteando en mi estómago, ya quería que el INEGI divulgara las cifras del PIB para el segundo trimestre del año. Nunca había sentido algo parecido por un indicador económico.
La emoción me absorbía, ni si quiera se me antojaba darle darle un sorbo a mi taza de Nescafé, (a pesar de que tenía galletas María para acompañar y chopear), ya moría de la curiosidad por saber si estábamos en recesión (un paso más cerca de ser Venezuela), o si la libraríamos (lo que nos convertiría en potencia económica a nivel mundial).
A las 6 en punto, observé que ya se podía descargar el comunicado del INEGI y que las cifras del Banco de Información Económica (BIE) ya estaban actualizadas, cuando de pronto, veo un dato que me sorprendió más que una prueba de embarazo positiva.
“La economía mexicana creció 0.1 por ciento durante el segundo trimestre del año”, me quedé helado.
Debo aceptar que me dejé guiar por las decenas de comentarios de “especialistas económicos”, que presagiaban una recesión, no importaba si eran académicos, bancos, periodistas o el mesero de la fondita donde me alimentó regularmente, todos coincidían en que la economía mexicana tendría un trimestre negativo, y al acumularlo con el trimestre anterior, entraríamos en una ‘recesión técnica’.
No pasó ni una cosa, ni la otra.
Creo que sería excesivamente técnico explicar lo que pasó pero trataré de ser lo más directo posible.
Los dos trimestres negativos consecutivos no son lo más exacto para definir si una economía está en recesión, es una creencia popular (sin mucho sustento teórico) que se ha venido extendiendo a lo largo del tiempo, pero en realidad, hay sectores del país que todavía están creciendo y sacando a flote la actividad económica del país, como las industrias manufactureras y las ventas minoristas.
De esta forma, la premisa de que la economía mexicana está cayendo de forma generaliza no se cumple.
Pero irnos hacia el otro extremo tampoco creo que sea lo correcto, decir que la economía ‘sorprendió y creció’ no creo que sea la mejor forma de explicarlo al público, ya que mucha gente puede ignorar la cifra de 0.1 por ciento (que en realidad fue 0.05 por ciento y que podría ajustarse a la baja cuando INEGI dé a conocer las cifras revisadas) y quedarse únicamente con la idea de que AMLO la está ‘armando en grande’.
El presidente AMLO presumió la nota que salió publicada en El Financiero, y por supuesto que no perdió la oportunidad de lanzar las campanas al vuelo y decir que ‘los conservadores’ se quedaron con las ganas de ver una recesión.
La realidad no es ni una ni la otra, la lectura más apropiada es decir que la economía mexicana está estancada, que no jala para adelante pero que tampoco se está derrumbando.
Los inicios de sexenio siempre son difíciles, la curva de aprendizaje del gobierno entrante suele desacelerar el crecimiento económico durante el primer año de TODOS los sexenios.
Estas fueron las tres cosas que aprendí esta semana:
- No hay que creer religiosamente en los pronósticos de expertos, ¡había bancos que estimaron hasta una contracción de 0.5 por ciento durante el trimestre!, ¿Cómo llegan a esos resultados?, ¿en verdad hacen el análisis o publican sus pronósticos al tanteo?
- Tengo que ampliar mi base de analistas y fuentes, ya que si me quedo con la opinión de un puñado de expertos, las probabilidades de ofrecer un buen diagnóstico se reducen, y el lector se merece un análisis de calidad.
- La fuente económica es la mejor de la actualidad, este sexenio tiene drama, comedia, sorpresas, tristezas, alegrías, en fin, no nos vamos a aburrir en ningún momento de la actual administración.
Esta semana fue la más pesada que tuve en el periódico, ya que salieron muchísimos datos importantes (como la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, desocupación, remesas y datos bancarios), pero me sentí muy satisfecho con mi trabajo y esfuerzo.
La principal enseñanza de vida con la que me quedo es que estoy en el lugar correcto, no me imagino canalizando esfuerzos, desmadrugadas y pensamientos en algo diferente al periodismo.
Solo le pido a Dios que me permita seguir ejerciendo el periodismo hasta el final de mis días, es lo que me gusta hacer y quiero evolucionar y mejorar todos los días, me siento muy bendecido y motivado por hacer lo que amo.
-¡Oye!, pero tienes el corazón roto.
-¡No importa!, el periodismo canaliza tus pensamientos hacia lo importante,
-¡Oye, pero estás pasando por momentos sumamente tristes.
-¡Al diablo con eso!, el periodismo te obliga a cambiar tu estado de ánimo.
Muchas gracias periodismo, esta semana, tu fuiste mi máxima prioridad, y me lo pagaste con creces. Espero que nuestra relación siga derramando miel…