A pesar de que el pasado 23 de septiembre se llevó a cabo un foro académico en la Facultad de Economía de la UNAM para discutir los pros y los contras de aumentar el salario mínimo en la ciudad de México, no fueron los sermones sobre los indicadores macroeconómicos lo que más llamó mi atención, el mejor ejemplo del debate lo puso el Dr. Gerardo Esquivel del Colegio de México: «Lo que estamos discutiendo es si diariamente podrá haber un litro de leche (literal) en las mesas de las familias o no«.
El fabuloso aumento de precios que tanto se está discutiendo en los periódicos, noticiarios y universidades se remite a la fastuosa cantidad de: $15.56 pesos diarios, ¿Es para llorar no?
Citando al Dr. Rolando Cordera, tenemos que tener claro como ciudadanos que esto no se trata de un asunto solamente económico, tiene tintes políticos embarrados por todas partes, en primer lugar, un aumento al salario mínimo es un derecho constitucional (art. 123), y nuestros salarios tendrían que alcanzarnos para poder costear una canasta básica. Al menos 6.5 millones de personas ganan 1 o menos del salario mínimo, lo que equivale al 13% de la Población Económicamente Activa.
A lo largo de las últimas semanas, he leído en varias columnas que sería un error aumentar los salarios por decreto… ¡Aunque eso ya pasa actualmente!, cada año, los salarios se ajustan mediante un acto jurídico emitido por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) no está basado por ninguna parte en curvas de oferta y de demanda o en alguna brujería de la mente siniestra de algún economista, actualmente los salarios se ajustan por decreto no por el mercado, y se hace con la ayuda de un indicador: la inflación.
Gracias al miedo que se tiene a un desastre macroeconómico, se sigue «apoyando» la estabilización de la inflación y el mantenimiento del poder adquisitivo de las personas con un salario que desde 1980 ha perdido el 70% de su valor real.
El centro del análisis se enfoca en tres puntos que bien podrían ser obstáculos con los que se debe tener precaución, si no queremos parir chayotes. Estos son:
1) Inflación. Es el principal problema de aumentar el salario mínimo por decreto, ¿Esto podría alterar el conjunto de precios de una economía? depende de las formas, según el documento «Política de recuperación del Salario Mínimo en México y en el Distrito Federal» si las cosas se hacen «al aventón» sin un conjunto de acuerdos y planificación, podrían ocurrir temibles alzas de precios, pero si todos hacen su chamba no tendría por que ocurrir una tragedia así, podría darse un «ligero ajuste de precios» a la alza de 0.3 a 0.5%.
2) Productividad. ¿Debemos esperar a que crezca la productividad de los trabajadores para poder tocar el salario? Para sorpresa de muchos, eso ya sucedió, la productividad ya ha subido y los salarios no han crecido a su altura, además, varios estudios consideran que si la remuneración a los trabajadores aumenta, podría darse un «segundo aire» entre los trabajadores, pues eso los estimularía y fortalecería su lealtad a la empresa, en pocas palabras: los empleados cuidarían su chamba, pues les pagarían bien y gozarían del reino de la estabilidad y seguridad laboral… Habrá que ver.
3) Desempleo. Imagínemos un montón de fichas de domino, éstas representan en su conjunto a una empresa pero en lo individual son trabajadores, si el gobierno obliga a los dueños del negocio a aumentar los salarios y no lo pueden resistir, éstos caerán en su conjunto, habría desempleo y se incentivaría a la informalidad, pues ahí no hay reglas, ahí cada quien hace lo que se le pega la gana. Pero esto no es del todo cierto debido a que eso ya ocurre, existen mucho empresarios que trabajan en la simulación y dicen que pagan el mínimo y no lo hacen. El gobierno tendría que incentivar a las empresas para que aguanten el aumento de salarios, según un estudio técnico, la mayoría de las empresas formales podrían soportar el incremento.
Si estos 3 «obstáculos» se logran evadir satisfactoriamente, se tiene previsto que, en un primer ajuste, el salario mínimo alcance para comprar la canasta alimentaria, por lo que se requeriría pasar de $67.29 a $82.86, lo que representaría un aumento del 23% respecto al actual.
Para poder alcanzar a cubrir una canasta ampliada (como transporte público, educación, cultura, recreación, prendas de vestir y cuidados de la salud entre otras) habría que alcanzar un salario de $171.03 pesos diarios ($5,131.16 al mes) lo que equivaldrían a un portentoso aumento del 154% respecto al que tenemos actualmente.