Lo recuerdo como si fuera mi contraseña de acceso al iPhone. A mi tierna edad de 5 años sucedió un acontecimiento que cambió mi vida, mi percepción del mundo y hasta los números mensuales de mi báscula: Visité un restaurante McDonalds por primera vez. Lo más motivante no era la comida (aunque bien que devoraba las papas fritas como si no hubiera un mañana), lo que más me emocionaba eran los juegos insalubres con pelotas de colores y olor a pies por todas partes, y la ansiada y mítica: ¡Cajita feliz!
En mis tiempos, una cajita feliz de McDonalds incluía una hamburguesa con espíritu de carne (apenas y se percibía) acompañada de unos odiosos pepinillos que a ningún niño normal le agradaban, papas fritas empanizadas de sal, una especie de refresco mezclado con agua (pa´que rinda) y… (suenan los redobles) ¡Un juguete sorpresa!
Cada mes variaba el juguete en cuestión, si estaba en cartelera una película como Toy Story, te regalaban un Buzz Lightyear (listo para el ataque) o un Woody (hay una serpiente en mi bota), con los que únicamente jugabas una vez (normalmente en la misma tienda entre las mesas y los baños) para posteriormente guardarse por los siglos de los siglos en la vitrina de la abuelita o quedar arrumbados en una montaña de juguetes.

Pero éste año habrá una novedad en los juguetes que ofrecerá McDonalds en la cajita feliz (que tiene un costo de 50 pesos), después de 30 años vendiendo «sonrisas» en nuestro país, finalmente a una mente brillante del corporativo de «la gran M dorada» se le ocurrió incluir libros en vez de juguetes.
A partir del próximo 5 de febrero, las personas que decidan adquirir una cajita feliz podrán obtener 1 de los 8 títulos disponibles que se ofrecerán en esta primera etapa del proyecto. El tiraje de libros como: Los duendes y el zapatero de los hermanos Grimm, El gigante egoísta de Oscar Wilde o El traje nuevo del emperador de Hans Christian Andersen estará a cargo de la editorial Planeta, que imprimirá 700 mil ejemplares, convirtiéndose de esta manera, en el mayor distribuidor de libros de nuestro país durante las tres semanas que dure el programa.
La importancia de encontrar material de lectura en la cajita feliz de McDonalds puede convertirse en un parteaguas en un país donde se lee poco (aproximadamente 2.8 libros por año) y donde mucha gente, simplemente, no tiene acceso a libros, pues en una escala de prioridades y con un salario mínimo de unos 67 pesos, siempre aventajaran las necesidades básicas como el alimento o la vestimenta a los libros.
De acuerdo a datos publicados el día de hoy por el periódico El Financiero, el 40% de los mexicanos nunca ha entrado a una librería pero ¿Cuántos mexicanos no han entrado a un McDonalds?, incluso el número de librerías por cada millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18, en cambio, todas las personas tenemos un McDonalds cerca donde podemos «espantar» el hambre con la fast food.
Así como la compañía de Ronald McDonalds ha recibido grandes críticas por la calidad de sus alimentos o por las malas condiciones laborales de sus trabajadores, también se debe reconocer este esfuerzo, en el cual se aprovechará la gran cobertura de mercado con la que cuenta la empresa estadounidense, para tratar de inculcarle a las nuevas generaciones el gusto por la lectura, y ¿Porqué no? que los niños relacionen esta actividad con el placer y el entretenimiento y no sólo con el de la memorización y el aprendizaje.
La influencia mundial que tiene McDonalds no deja de sorprenderme, por un parte el semanario estadounidense The Economist fabricó el índice Bic Mac para comparar el poder adquisitivo de distintas monedas alrededor del mundo, es patrocinador oficial de los eventos más mediáticos del mundo (juegos olímpicos y mundiales), habrá poblados que no tengan agua pero tienen McDonalds, ¿Acaso ésta empresa tendrá la llave mágica (y deliciosa) para crear los lectores que la Secretaría de Educación Pública no ha podido crear?
REFLECTOR
Ben Bernanke se despide de la presidencia de la Reserva Federal de los Estados Unidos recortando la nada despreciable cantidad de 10, 000 millones de dólares de estímulos a la economía gringa. En su lugar entrará la Doctora en Economía por la Universidad de Yale: Janet Yellen. Que Dios la agarre confesada.
Exactamente Miriam, aunque lamentablemente, es difícil que un niño busque leer un libro en internet, prefieren jugar o ver vídeos en Youtube. Ojalá que con actividades como ésta, poco a poco se pueda ir aumentando el promedio de lectura de los mexicanos, que no llega ni a los 3 libros al año, mientras que en países como Alemania se lee, en promedio, 12 libros anuales.
Es curioso que en una época en donde predomina lo digital quieran regalar libros, a parte por todo aquello de los discursos y acciones sobre sustentabilidad. Aunque realmente es muy alarmante la poca cultura literaria existe en el país, esperemos que tenga buena aceptación entre los niños.