Por primera vez en la historia de México, un presidente se levanta al mismo tiempo que los comerciantes de la Central de Abastos o los vendedores de tamales, jugos, chilaquiles o fruta que abastecen a cientos de godínez y estudiantes del país.
Todos los días a las 7 de la mañana, el titular del ejecutivo prende los micrófonos en Palacio Nacional para dar una conferencia de prensa a la que tienen acceso todo tipo de comunicadores.
El mismo presidente se ha encargado de dividir el tipo de periodistas que asisten a las ‘mañaneras’, por un lado, están los medios catalogados como ‘conservadores’ (prensa, TV, radio), mientras que por el otro se encuentran los ‘liberales’, que son aquellos que tienen un canal de Youtube o que alojan sus contenidos en las ‘benditas redes sociales’.
Sería ocioso ponerme a criticar quién es mejor que otro, ya que cada uno de ellos tiene su ‘público’, pero hay un punto que debo destacar para poder vincular esta introducción con el libro que reseñaré.
Por una parte, el periodismo es un oficio que se forja todos los días, tal como diría Ricardo Raphael, autor del libro ‘Periodismo urgente’ Manual de investigación 3.0 :
“Se aprende a construir sillas, haciendo sillas, a veces te pueden quedar chuecas, pero de tanto intentarlo, te comienzan a salir bien”, y tiene razón.
Ricardo Raphael
Para poder mejorar en este oficio, hay que hacer uso de un sin fin de herramientas que te permitan entregar un mejor ‘producto’. Los mejores aliados de un periodista son sus fuentes y los métodos que utiliza para realizar una investigación.
Pero… ¿Qué pasa cuando un comunicador (porque no los podemos llamar periodistas), deciden publicar textos, videos o podcast que no tienen como objetivo informar sino entretener?
La primera fila de la ‘mañanera’ está llena de este tipo de personas. Ellos llaman la atención porque se visten con un moño, con un parche o con un sombrero, o por el tipo de preguntas que hacen.
Al presidente se le ha cuestionado: ¿Juega a ser Dios?, ¿Cómo le hace para mantener esa condición de maratonista keniano?, ¿qué tipo de sangre tiene?, ¿le llegó una carta con la reaparición de Juan Gabriel?, e incluso… le han pedido un abrazo o que le den dinero para su blog (saludos señora Arvide).

Este tipo de preguntas no aportan nada pero logran ubicarse dentro de los temas más comentados de Twitter por un par de horas, aunque al poco tiempo desaparecen y son sustituidos por otras ocurrencias, y así, indefinidamente. Su objetivo es el morbo y el entretenimiento.
Debido a esto, el libro ‘Periodismo urgente’ es un manual para los periodistas que en verdad quieran marcar la diferencia en sus medios de comunicación.
El único inconveniente para los comunicadores que buscan sacar la ‘nota fácil’ es que para poder sacarle provecho a este libro de 286 páginas, hay que actuar con rigor y seguir un método.
El libro escrito por Ricardo Raphael en colaboración con Lizeth Vázquez es práctico, está escrito para la nueva generación de periodistas que no tiene interés en echarse el “Manual de periodismo” escrito por Carlos Marín en la prehistoria.
Para mi fue un gran acierto que se tomaran como referencia 12 ejemplos de investigaciones especiales que dieron mucho de que hablar, ya que te vas dando cuenta de todo lo que necesitas hacer para poder acceder a ese tipo de información y publicar reportajes que aporten valor y hagan ‘temblar’ a los responsables.

Una de las piezas periodísticas que sacudieron al país fue la de “La casa blanca de Enrique Peña Nieto”, publicada en Aristegui Noticias el 9 de noviembre de 2014 y desarrollada por los periodistas Daniel Lizárraga, Rafael Cabrera, Irving Huerta y Sebastián Barragán.
¿Cómo surgió la inspiración de este texto?, con intuición periodística. Un día, el periodista Rafael Cabrera estaba haciendo sus compras en el supermercado, cuando de repente le llamó la atención que Angélica Rivera, primera dama de México, saliera posando en una casa recién estrenada en la portada de la revista ¡Hola!
El resto de los acontecimientos es historia. La investigación evidenció que la familia presidencial poseía una casa en la Ciudad de México con un valor de 7 millones de dólares (que al tipo de cambio que tenemos hoy en día ascendería a unos 161 millones de pesos).
Como cereza del pastel, la casa no se encontraba dentro de las declaraciones patrimoniales y fue construida por Grupo Higa, una de las empresas consentidas de Peña.
Para llegar a este tipo de conclusiones, el libro destaca la importancia de realizar una exitosa y eficiente solicitud de información al Gobierno, como organizar los datos, como obtener evidencia, que fuentes consultar y sobre todo, verificar, comprobar y confrontar la información que se vaya recapitulando (algo que jamás en su vida hará la señora que preguntó lo del corredor keniano).
Este libro es sumamente inspiracional para periodistas, ya que te abre la mente a un sin número de oportunidades que están ahí, esperando a que las examines e investigues.
A pesar de que muchas veces la nota diaria absorbe el mayor tiempo de la agenda periodística, con un poco de tiempo y disciplina se pueden lograr grandes investigaciones, como la de “los borrados del narco” (escrita por Víctor Hugo Michel), “Sedena omite informar número real de bajas en combate al narco” (Animal Político), “Paga la Secretaría de Seguridad Pública 118 mdp por serie de televisión” (Lilia Saúl) o “Opacidad educativa: los ‘Lupitos’ hidalguenses” (IMCO).
Sino te dedicas a los medios de comunicación también te puede interesar este libro, ya que te darás cuenta del trabajo que conlleva una investigación periodística de ‘largo aliento’, además de que el libro recomienda una serie de herramientas gratuitas que se encuentran hospedadas en Internet que te pueden ayudar en tu trabajo o en tu escuela.