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domingo, octubre 1, 2023

¿Qué pasó con la 16° expulsada de la 10° generación de La Academia?

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En el 2002 tenía 14 años. Apenas cursaba la secundaria y estaba muy acostumbrado a que la televisión estaba diseñada para transmitir telenovelas, caricaturas, partidos del Cruz Azul y películas.

Nunca pensé que personas ‘comunes y corrientes’ podrían aparecer en la televisión. En aquel entonces, el internet estaba dando sus primeros pasos en México, así que la idea de hacerte famoso por tu cuenta era inimaginable, necesitabas de la proyección que daba la TV, la radio o los medios impresos.

Hay quien dice que hay cuatro cosas que todos los de mi generación recordamos:

  1. Dónde estábamos cuándo se cayeron las Torres Gemelas
  2. Cómo reaccionamos a la muerte de Paco Stanley.
  3. Qué tanto gritamos cuando Gokú se convirtió en Super Saiyan por primera vez.
  4. Y que hacíamos mientras veíamos la final de la Primera Generación de La Academia.

Este evento televisivo se encuentra, en la actualidad, como el programa más visto de la televisión mexicana, al llegar a alcanzar hasta los 45 puntos de rating. Superó por mucho a la boda de Lucerito y Mijares, la visita del Papa Juan Pablo II y la final de la Copa Confederaciones 1999 entre México y Brasil.

Por lo tanto, no soy un exagerado al decir que se me ‘comían las ansias’ por saber que alumno o alumna se coronaría en la final de La Academia.

A esa primera generación se le permitió de todo, por ejemplo, aunque solo estaba planeado que el programa durara tres meses, se realizaron un par de conciertos de exalumnos con el objetivo alargar el programa hasta alcanzar los seis meses. También hubo conciertos donde no hubo expulsados e, incluso, hubo dos conciertos de semifinales previo a la final en el Auditorio Nacional.

Recuerdo que TV Azteca lanzó discos de los 22 conciertos del reality musical, mismos que alcanzaron un disco de diamante por más de 1 millón de copias vendidas.

Los integrantes de aquella generación saturaron las pantallas televisivas por meses y años, ya sea mediante telenovelas, conciertos, obras de teatro, más programas de tv, etc.

Ese mundo de éxito, reconocimiento y por supuesto, dinero, YA NO EXISTE. Es más, después de la primera generación de académicos, jamás se volvió a repetir ese fenómeno.

Sólo hubo una excepción que confirmó la regla. Aunque la segunda y tercera generación de La Academia registraron niveles aceptables de rating, fue hasta la cuarta generación cuando el programa volvió a dar de qué hablar.

Gracias a un excelente casting de participantes y a la implementación de críticos musicales polémicos, el programa estrella de la televisora del Ajusco pudo vivir su segundo aire.

En esa generación todo salió bien (televisivamente hablando). Los integrantes tenían talento y personalidades interesantes, mientras que los que no tenían suficientes habilidades, eran polémicos.

Mucha gente recuerda esa generación por Jolette, una alumna que desafinaba un día sí y el otro también, pero que no se dejaba pisotear por las críticas de Lolita Cortés y Arturo López Gavito.

El productor del programa, Giorgio Aresu, aceptó que, durante gran parte del programa, la actuación de Jolette, una chica muy atractiva y con mucho carisma, era el plato fuerte, pero afortunadamente para el proyecto, los conciertos estuvieron acompañados no solo de polémica barata, sino de historias y voces impactantes.

Por un lado, Erasmo Catarino, un profesor de Xalpatláhuac, Guerrero; y, por otro lado, Yuridia, una cantante espectacular, pero con baja autoestima, terminaron por dinamitar el interés del público en el programa.

Posteriormente a esta generación, el prestigio y el interés en La Academia comenzó a decaer a pasos gigantescos.

Me sorprende mucho que La Academia haya alcanzado 13 generaciones ya que, desde la décima generación, el proyecto ya estaba en coma.

Durante los últimos 20 años, el formato del programa adquirió vicios que terminaron por afectar su objetivo principal: Encontrar talentos musicales.

Mientras que en las primeras dos generaciones la participación de críticos era ‘anecdótica’, a partir de la tercera generación comenzaron a tomar tal relevancia que, ya importan más que los números musicales de los alumnos.

TV Azteca también agotó la fórmula muy rápido. A partir de 2002, casi cada año había una nueva generación. No dejó descansar el formato, lo que ocasionó que pasaran decenas de alumnos sin pena ni gloria.

Por eso quise hacer un pequeño ejercicio. Mediante un rápido análisis por Google, observé que la generación más gris y menos exitosa de La Academia fue la décima generación que se transmitió durante 2012.

Solo Dios y su familia sabrán que habrá sido del ganador de esa generación, que según internet, fue un alumno llamado Alexis Montoya. Este joven tiene poco más de 43 mil seguidores en Instagram y trata de abrirse paso en la industria musical, sin embargo, no ha logrado el éxito de otros ex académicos.

Pero a todo esto, me pregunto… si nos cuesta trabajo saber qué fue de el primer lugar de esa generación, ¿qué habrá sido de algún participante que salió expulsado en un concierto random?

Debo aceptar que la búsqueda fue breve. Ya que encontré todo lo que deseaba en la 16 expulsada de aquella generación.

El nombre de esa académica era Ana Gabriela Flores Berlanga, que para sorpresa mía (ya que no vi esa generación), fue de los pocos participantes que consiguió obtener una calificación perfecta por parte del jurado (sí, en aquel entonces, calificaban las actuaciones del 1 al 10).

La canción que cantó en aquella ocasión fue ‘Oye’ de Beyoncé, una canción que ha sido sobre explotada a lo largo de La Academia, y que, además, no cantó tan bien (ya vi el video en Youtube). Sin embargo, el jurado integrado por un par de ex académicos (Yahir y Miriam), Julio Preciado y Marta Sánchez, se dejó cautivar con tan poco.

El gusto le duró poco, ya que cinco conciertos después, fue expulsada. Actualmente, en una breve búsqueda por internet, pude observar que se dedica a vender cosas por internet, e incluso, hay una nota en el portal “El Porvenir”, en la que, presuntamente, se le acusa de haber atropellado a un hombre que, posteriormente, perdió la vida. 

La fama efímera que le dio La Academia durante unas semanas no le duró nada. Para ella y decenas de alumnos, su participación en el reality solo fue una anécdota más que contarán a sus amigos y familia en las fiestas de Navidad, pero que quedó ahí, en un sueño trunco.

He observado varias ‘áreas de oportunidad’ que podrían mejorar para que el programa estrella de TV Azteca pueda seguir llevándose a cabo con un relativo éxito.

Entre ellos están:

  • Canciones ‘recortadas’. Muchos de los grandes números del programa no hubieran sido lo mismo si las canciones hubieran sido recortadas. Basta recordar la interpretación de Yuridia de Ángel. La producción respeto la pista original y el resultado fue impactante. Pero a partir de la quinta generación, la producción decidió que los alumnos interpreten versiones cortas de las canciones para dedicarle más tiempo al mitote, es decir, a la polémica de los jueces.
  • Lolita Cortés. Ya todo lo que teníamos que ver de Lolita Cortés lo hemos visto. Ya no da para más. Es una provocadora profesional que le está causando mucho daño al programa, ya que lo que más llama la atención del público es ver qué vestuario va a utilizar, a quién va a despedazar, si se va a quejar del vestuario, bailarines o del director (del que, por cierto, ella tuvo oportunidad de ser directora y no le fue bien). Además, Lolita Cortés llegó a un momento de su carrera donde ya acepta cualquier proyecto que implique realizar una crítica, ya sea de baile o canto, por lo que las aportaciones de valor que daba durante sus primeras participaciones en La Academia quedaron en el pasado, ahora solo le interesa aportar material para la polémica y miles de memes en Twitter.
  • Invitados especiales. Los conciertos ya tratan de todo, menos de los participantes. Mientras que los alumnos cantan una canción de dos minutos, los invitados musicales al concierto tocan medleys o canciones de hasta 10 minutos. El reflector musical ya no está enfocado en los participantes, sino en la importancia de los invitados externos.
  • Desinterés de la producción. En la última generación de La Academia, destacó el desinterés de los productores del programa en el proyecto. Les llegaron a dar comida con gusanos a los participantes, las instalaciones eran muy pequeñas, las cámaras enfocaban a ciertos participantes ‘consentidos’ e ignoraban al resto, no hubo programas de resúmenes en la TV Abierta, así que si deseabas enterarte de qué estaba pasando, a fuerzas tenías que hacerlo por Youtube o Tiktok, lo que provoca que pierdan mucho público que no usa estas herramientas. Mención especial para Rubí, ya que la producción descuidó el aislamiento de los alumnos y por esta razón, le dio Covid-19 a la alumna.
  • Conciertos sábados y domingos. El que mucho abarca, poco aprieta. Es un error que La Academia tenga dos conciertos a la semana. Los alumnos quedaron exhaustos, incluso, por primera vez en la historia del programa, todos los participantes fueron a dar al hospital, gracias a la sobrecarga del trabajo, a una dieta inapropiada impuesta por una ‘supuesta’ nutrióloga.
  • Nuevos profesores. La plantilla de profesores de La Academia ya no tiene la motivación necesaria para sacar un programa innovador y atractivo. Ya lo ven como un ‘trabajo más’. A lo mejor piensan que la gente no se da cuenta, pero por ejemplo, la coreografía del himno de La Academia (con el que suelen abrir los conciertos) fue la misma durante todo el programa, parecían fotografía.
  • Mejorar castings. Este es el principal punto en el que deben fijarse los productores de futuras generaciones. Si no hay materia prima, no hay nada. La selección de participantes de la última generación dejó muchísimo que desear. Prevalecieron las personalidades grises sin mucho talento vocal. Eso no llama la atención de nadie.
  • Mal selección de canciones. La industria de la música cambió radicalmente en los últimos 5-10 años. Ya no se hace baladas o canciones atractivas para este tipo de programas. La música urbana que prevalece en la actualidad no es de utilidad para este tipo de programas, ya que no representan ningún reto. Lo malo es que se enfocan en las mismas canciones de siempre. ¿Alguien ha hecho la cuenta de cuántas veces se ha interpretado “Oye” de Beyoncé o “Solo otra vez” de Eric Carmen en La Academia?, te animo a que las busques en Youtube. Ya hasta AMLO las cantó en su mañanera.

Héctor Usla
Héctor Uslahttps://www.escenarioeconomico.com
Soy un fiel seguidor a los periódicos impresos, me gusta ensuciarme las manos con tinta al leerlos. Estudié en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y en la (gran) Facultad de Economía de la UNAM. También soy aficionado a las artes escénicas y adicto al café.

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