En el contexto de la celebración del Día Mundial de la Leche (1 de junio), Salvador Álvarez Morán, tesorero de La Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG) señaló que la industria está pasando por momento complicados, derivados en gran parte por efectos de la pandemia del COVID-19.
“En la primera etapa de la pandemia se incrementó el consumo de leche de larga vida, debido a compras de pánico. Sin embargo, con el cierre de establecimiento de comida y hoteles, la demanda de productos como quesos, yogur, crema y mantequilla disminuyó en forma importante”, dijo.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los precios de la leche pasteurizada y fresca aumentaron 4.7 por ciento a tasa anual durante la primera quincena de mayo, cifra muy por arriba de la inflación general, ubicada en 2.8 por ciento.
Además, los productos derivados lácteos también han registrado una tendencia alcista.
Los helados, nieves y paletas de hielo subieron el triple que la inflación general, al presentar un incremento de precios de 8.9 por ciento anual, seguido del queso manchego y Chihuahua (7.3 por ciento), yogurt (6.4), queso amarillo (6.2), queso fresco (5.6), queso Oaxaca y asadero (5.3), mantequilla (5.3), leche en polvo y crema (4.8).
El también presidente del Gremio de Productores Lecheros vaticinó que una realidad que enfrentará el sector lechero es la contracción del consumo, debido principalmente a la recesión económica, el desempleo creciente y la caída de los ingresos que permeará durante los próximos meses.
“No hay que olvidar que el consumo de lácteos está estrechamente relacionado con la capacidad de compra de la población. A esto hay que agregar que el ciclo escolar concluirá a distancia y que tendremos un comportamiento en el mercado, parecido a las vacaciones de verano”, indicó.
El otro problema que se tendrá que enfrentar es que la contracción de la demanda de leche llega cuando se inicia el incremento de la producción en la región de Los Altos, Bajío y centro del país, tomando en cuenta que la producción de leche registra una estacionalidad como resultado del periodo de lluvias.
“Esta combinación de factores, pueden provocar que en estas regiones se tengan “excedentes” de leche, con los efectos negativos que todos conocemos, como la caída del precio para los ganaderos y, en caso extremo, la inquietud social”, aseveró Álvarez Morán.
Otro aspecto que no se debe perder de vista es la caída del precio internacional, lo que podría motivar a la industria a incrementar la sustitución de leche fresca nacional por leche en polvo descremada.
El consumo nacional de leche en México es de 15 mil 288 millones de litros al año, mientras que la producción nacional de 2019 se ubicó en 12 mil 437 millones, por lo que algunas empresas tienen que importar los 2 mil 851 millones de litros faltantes (aproximadamente el 25 por ciento de la demanda).
El consumo de lácteos per cápita se ha mantenido estático por varios años en México, siendo de 110 litros por año (300 ml por día), cifra muy por debajo de la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que es de 190 litros al año o 500 mililitros diarios.
*Este artículo es exclusivo de Escenario Económico.