
Es fácil encontrar en internet decenas de quejas sobre el servicio que ofrece la boletera Ticketmaster en México, uno de los casos más sonados sucedió apenas el pasado 15 de agosto con la venta de entradas para el juego de la NFL que disputarán los Patriotas de Nueva Inglaterra contra los Raiders, el próximo 19 de noviembre en el Estadio Azteca de la Ciudad de México.
La razón del descontento se debió a que los boletos de preventa para dicho evento se agotaron en tan sólo unos instantes, hecho que provocó cientos de quejas que llegaron hasta los oídos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), que simplemente abrió un proceso de verificación para que Ticketmaster le informara como fue el proceso de la venta.

El caso no pasó a mayores, pues la boletera señaló que la excesiva demanda de boletos fue la causa natural de que se agotaran tan rápido las entradas. Obviamente este tipo de acontecimientos provoca la difusión de teorías conspirativas entre los consumidores, hay una de ellas que siempre suele destacar: «Ticketmaster no vende todos los boletos porque tiene un acuerdo con los revendedores para sacar más lana«.
Cierto o no, toda esta mala fama ha ubicado a Ticketmaster entre las «100 empresas más apestosas» dentro del portal Apestan.com, que se especializa en recibir todo tipo de quejas de los consumidores: «Es excesivo el cargo por servicio», «Las reglas de operación son obsoletas para la tecnología actual» o «Problemas con el sistema», son sólo algunos de los tópicos más frecuentes que se pueden leer en dicho sitio web por parte de los usuarios del servicio.

Con tantas quejas por detrás, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) decidió el pasado 13 de mayo de 2016, iniciar una investigación de oficio a Ocesa y Ticketmaster por posibles prácticas monopólicas en el mercado de producción y promoción de espectáculos en vivo, por operación y administración de centros de espectáculos en vivo y finalmente, por el tema central de esta investigación: distribución y comercialización automatizada de boletos.
Dentro de las estrategias que considera la Ley Federal de Competencia Económica como prácticas monopólicas, varias de ellas le quedan como anillo al dedo a Ticketmaster, entre ellas podemos ubicar perfectamente las compras y ventas atadas, las exclusividades, negativas de trato, y así como depredación y discriminación de precios.
Pero ante este panorama tan obscuro nos preguntamos ¿porqué seguimos comprando boletos mediante el sistema Ticketmaster? ¿acaso no existen otras opciones? analicemos un poco la situación.
Para iniciar, debemos saber que Ocesa y Ticketmaster son un área que le pertenece a la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), y de acuerdo a datos proporcionados por la Bolsa Mexicana de Valores, CIE es dueña del 67% de Ticketmaster México, mientras el 33% restante le pertenece a la matriz estadounidense y global de la empresa.

Si deseas asistir a uno de los grandes eventos que se organizan año tras año en México, no tienes de otra, debes adquirirlos mediante Ticketmaster, pues Ocesa opera y administra los inmuebles más importantes y recurridos del país, como el Palacio de los Deportes, el Foro Sol o el renovado Autódromo Hermanos Rodríguez, entre muchos otros más.
Una de las críticas más constantes que se le hacen a la empresa son los cargos por servicio que suelen aumentar entre un 15 o 20% el precio original del boleto. Ticketmaster argumenta que: «Los cargos por servicio constituyen la fuente de ingresos a través de la cual hace posible el ofrecer a sus usuarios una distribución simultánea de boletaje, así como la actualización constante de la tecnología de punta que soporta este servicio«, esto a pesar de que el sistema suele presentar errores y problemas tecnológicos con frecuencia.
Pero parece ser que los cargos excesivos y el servicio obsoleto que ofrece para los tiempos tecnológicos en los que vivimos, los dejamos pasar sin cuestionarlos mucho, por la simple razón de que siempre han existido, Ticketmaster es sinónimo de boletos como en su momento Xerox lo era de fotocopiadoras o Estafeta con las entregas a domicilio, suponemos que no existen «otras opciones».

Esto ha provocado que varios artistas levanten la voz en defensa de sus fanáticos, uno de los casos más emblemáticos lo protagonizó la banda estadounidense The String Cheese Incident, pues en el 2003 presentaron una demanda civil en el Tribunal del Distrito de Colorado en contra de Ticketmaster, al que acusaron de aprovecharse al máximo de su monopolio dentro de la industria de los conciertos, problema que por consecuencia termina afectando a artistas y fanáticos.
Lo que buscaba esta banda era el poder venderle directamente los boletos a sus seguidores, pero Ticketmaster no estaba dispuesto a ceder tan fácil la influencia que tanto le había costado conseguir, porque debemos considerar los aspectos positivos también, antes de que Ticketmaster empezara a operar, conseguir boletos para un evento implicaba ir a realizar enormes filas en alguna taquilla, mientras que ahora, desde una computadora, puedes adquirir «cómodamente» tus entradas.
El proceso para que un espectáculo se lleve a cabo es el siguiente: el artista cuenta con un gerente comercial, este gerente tiene un agente que se encarga de vender al artista a un promotor de eventos, este último les consigue un inmueble para presentarse, que normalmente ya cuenta con una empresa que le vende y administra las entradas y que al mimso tiempo, les es de gran ayuda para simplificar asuntos contables que el gobierno solicita (pues se deben declarar hasta los asientos vacíos de un espectáculo).
La banda SCI decidió retener la mitad de los boletos de uno de sus conciertos y venderlos directamente a los fanáticos mediante su sitio de internet, pero al hacerlo de esta manera, entraron en el terreno de lo ilegal, pues presentarse en un determinado inmueble, implica por contrato, la exclusividad de la venta de boletos mediante el sistema Ticketmaster.
La guerra estaba declarada, el grupo SCI estaba luchando en nombre de muchos artistas que pensaban igual que ellos pero que tenían miedo de levantar la voz porque podrían ser vetados de presentarse en los principales recintos del país (administrados por TM).
Finalmente, todo se resolvió amistosamente, por lo que Ticketmaster decidió ceder un poco y le permitió a la banda vender algunas de las entradas directamente a sus fanáticos, con la única condición de que una vez finalizado el acuerdo, no se emitiera ningún pronunciamiento público sobre el trato. No se logró «erradicar la omnipresencia» de la boletera pero se creó un importante antecedente en la industria.
Al menos en México, CIE se encargará de mantener operando Ticketmaster, pues económicamente no les ha ido nada mal. En materia de utilidades la empresa ha reportado 336.7 millones en 2014, 621.1 millones en 2015 y 861 millones en el 2016, o dicho de otra manera, un incremento de 84.5% en 2015 y de 38.6% en 2016, además de que según el ranking Poll Star Pro, Ocesa es el tercer promotor con más boletos vendidos a nivel mundial.

Aún así, CIE sabe que la venta de boletos no debe ser la principal fuente de ingresos, porque tarde o temprano, otras alternativas como Eventbrite, podrían hacerles competencia.
De acuerdo a un artículo publicado por la revista Forbes, la empresa declaró que utiliza un modelo de negocios que le permite alcanzar un punto de equilibrio con menos del 50% proveniente de la venta de boletos, por lo que deben diversificar sus fuentes de ingresos con la venta de alimentos y bebidas, patrocinios, publicidad, derechos de transmisión, venta de souvenirs, etcétera.
Gracias a este esquema, CIE puede darse por bien servida y alcanzar un punto de equilibrio con apenas el 49% del aforo vendido. Si no se respaldaran de esta forma, tendrían que tener un aforo del 82% para «salir tablas», lo que implica un riesgo considerable.
Ante los excesivos cargos por servicio y las trabas de «seguridad» que suelen acompañar a la venta de boletos de Ticketmaster (muchas veces debes llevar identificación oficial y la tarjeta de crédito con la que realizaste la compra para que te den acceso a un evento), hay alternativas que innovan totalmente el sector.

Uno de esas innovaciones es el Selfie Ticket, que no es otra cosa que tu cara impresa en el boleto, por lo que basta con mostrar tu rostro, para que puedas entrar al evento. Esta idea ha sido desarrollada por el portal Ticketleap.

También Ebay ha comenzado a operar en México con StubHub, una plataforma de reventa de boletos. Con ello están tratando de conectar a los usuarios que por alguna razón ya no pueden asistir a un evento, para que puedan recuperar algo de lo invertido revendiendo su boleto (el 45% de las personas que ya no pueden ir al evento terminan perdiendo o regalando su entrada).
StubHub no cobra por anunciarse pero si adquiere una comisión por cada transacción concretada (de 18% al comprador y de 12% al 15% al vendedor). Esta idea únicamente es una buena opción para recuperar tu inversión ante una eventualidad, pero lo malo es que podría desarrollar y fortalecer el mercado de revendedores digitales.
Por último, una de las alternativas con más futuro es la aplicación Eventbrite, que en una etapa inicial, decidió ofrecer el servicio de boletería a sectores poco valorados, como lo son: coloquios, conferencias, eventos escolares o «tocadas» de grupos emergentes.
El servicio no adquiere una comisión si el evento es gratuito, y cobra porcentajes accesibles si la entrada es de pago (entre el 6 y el 9%). Además basta con mostrar un código en tu celular para acceder al evento. Simplicidad en su máxima expresión.

Y tú… ¿Has tenido problemas con el sistema Ticketmaster?, ¿desearías que otras empresas que ya existen como Superboletos tuvieran eventos más interesantes que pudieran competir contra los de Ocesa? Queremos leer tus comentarios.