Desde hace unos meses, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica las cifras de todos sus indicadores económicos en punto de las 6 de la mañana, por lo que cuando inicia la ‘mañanera’, los periodistas ya cuentan con datos ‘frescos’ para preguntarle al presidente.
A diferencia de otras ocasiones, este 30 de octubre, solo le tomó 10 segundos al presidente Andrés Manuel López Obrador hablar sobre las cifras oportunas del Producto Interno Bruto (PIB) de México del tercer trimestre de 2020 (¿Porqué será?).
Al jefe del Ejecutivo le ganó el entusiasmo y afirmó que traía ‘buenas noticias’ para los medios de comunicación y la sociedad mexicana.
Resaltó que la economía mexicana había registrado un crecimiento de 12 por ciento durante el tercer trimestre del año, por lo que sus predicciones de una recuperación en ‘V’ se estaban volviendo realidad.
Presumió cifras de empleo del IMSS y recordó todas las acciones que ha tomado su Gobierno durante la pandemia, como el otorgamiento de créditos, el adelanto de pensiones a adultos mayores, a personas con discapacidad y por supuesto, no se olvidó de las remesas que envían los mexicanos que viven en EU (fenómeno que no es de su competencia, pero ese es otro tema).
Poco faltó para que entrarán los mariachis a tocar el ‘Son de la Negra’ o el ‘Jarabe Tapatío’ para celebrar el ‘titánico crecimiento del país’, pero como todo buen político, solo mostró una cara de la realidad, no mostró la película completa.
Este crecimiento de 12 por ciento trimestral se podría definir como un ‘rebote’, luego de la caída histórica de -17.1 por ciento observada en el segundo trimestre del año.
Lógicamente, la economía mexicana recuperó el aliento por que se volvieron a abrir diversos sectores clave, como es el caso de la industria automotriz, la minería y la construcción.
El problema de la economía recayó mucho en la oferta de bienes y servicios, por lo que al reactivarse ciertas actividades, se observó una recuperación. Todo sencillo hasta aquí.
Ver esta recuperación da cierto gusto, porque da indicios de que el país está recuperando el terreno que se perdió por el COVID-19, pero aún falta mucho por hacer.
Las cifras anuales ajustadas por estacionalidad revelaron que el PIB todavía cayó 8.6 por ciento durante el tercer trimestre del año.
De esta forma, el panorama que brindan las cifras anuales señala que durante el último año y medio (mucho antes de la pandemia), la economía mexicana está en números rojos.
Con excepción de del sector primario, la industria y los servicios se encuentran en baches negativos que solo se vinieron a agravar con la pandemia.
En el caso de las actividades secundarias (manufactura, construcción, minería y utilities), la recesión ya acumuló dos años, mientras que en los servicios, principal motor de la economía del país, la mala racha ya se extendió por cinco trimestres.
Estas dos actividades aportan el 96.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Por otra parte, según los datos del INEGI, la economía mexicana ha caído 9.8 por ciento a tasa anual en el acumulado enero-septiembre, por lo que es probable que el decrecimiento del país se ubique entre el 8 y el 9 por ciento para el cierre del año. Una caída sin precedentes que quedará escrita en la historia del país.
La situación se encuentra en su punto más álgido, por que todavía existe la incertidumbre de que se puedan generar rebrotes (como ha sucedido en Francia y Alemania), la gente no se está cuidando, y la situación se podría agravar, así que la recuperación en ‘V’ se podría transformar a palomita de Nike o a una ‘K’.
Los datos dados a conocer hoy son un buen indicio, pero estamos muy lejos de registrar una economía similar a la observada antes de la pandemia (que tampoco era muy buena que digamos), así que lanzar las campanas al vuelo está demás, ojalá las gráficas ayuden al lector a comprender que no hay nada que festejar… todavía.